Se ha acabado el curso y con ello cerramos otra etapa y descansamos antes de empezar otra. Porque sí, yo ya tengo la vista en septiembre en la que mi niño estará en Infantil de 5 años, o lo que es lo mismo, los mayores de los más peques.

Y fue ayer cuando entraba en el colegio aún con cara de bebé, ahora es un niñote y estos últimos meses cambiado mucho. A nivel físico y a nivel emocional, no solo ha crecido en estatura sino que ha madurado mucho, algo de lo que me siento muy orgullosa. Orgullosa de haber superado sus dificultades, orgullosa de su afán de mejora y superación, orgullosa de sus objetivos logrados.

Le ha costado dos años encontrar su sitio en el cole, y esto ha sido muy difícil tanto para su maestra como para nosotros; ver cómo un niño con tanto potencial se veía limitado por su impulsividad, su exceso de energía, sus ganas de saber y aprender a otro ritmo chocaban con su actitud en la clase y sus problemas para encajar con los compañeros.

Al final ha encajado sin perder ni un ápice su capacidad y sus ganas de ir más allá. Como dice su maestra, hemos sentado los cimientos sin los cuales podríamos resquebrajar su evolución por mucho potencial que tenga. Ha traspasado las barreras de sus miedos, de aquellas actividades que no disfrutaba, que no se atrevía ni a comenzar.

Iván es un niño de mucha cabeza y poca manualidad. Le gusta todo lo que sea aprender, pensar, conocer, pero no le gusta ponerse a la práctica. No le gustaba pintar ni ensuciarse y gracias a la enseñanza por proyectos, en la que han hecho muchísimos trabajos manuales, no solo ha dado rienda suelta a su imaginación -que la tenía como retenida- sino que ha aprendido a disfrutar con ello y que mancharse solo significa que luego hay que limpiarse y listo, pero que mancharse con pintura, con materiales de trabajo, le puede reportar muchas satisfacciones.

Además, y es algo en lo que notamos que está muy contento, ha conseguido encajar con la clase y con esos compañeros con los que durante mucho tiempo ha sido difícil la interacción, porque Iván es muy impulsivo y demuestra su cariño de manera excesiva -vamos, que es muy bruto-, se ha sentido rechazado en  muchas ocasiones y ahora ya dice que tal y cual son sus amiguitos.

 Ha aprendido a, dentro de su individualidad y su peculiaridad, trabajar en grupo, algo que le costaba mucho,  y a aprovechar su potencial para ayudar a sus compañeros, es un niño muy generoso y solidario.

Por supuesto hay muchas notitas a mejorar, que mi niño no es perfecto y yo lo adoro tal y como es. Pero es cierto que le sigue costando prestar atención, hacer caso, mantenerse en silencio y no interrumpir. Qué me ca a contar a mi la maestra si es día a día así en casa. Al menos parece que Iván es casi el mismo en el cole que en casa, algo que antes no era así. Al menos ahora disfruta y se lo pasa de maravilla en el colegio, algo que antes no era así. Ahora no quiere que se acabe el cole.

La enseñanza por proyectos me parece un método fantástico, espero poder contaros cómo han trabajado para que os hagáis una idea.

Tras unas calificaciones excelentes, destacando por encima de todo su nivel de comunicación verbal -y es que yo lo digo con la boca pequeña, pero a veces hablando es tan fino y culto que en broma y sin que me escuche me digo “pero qué pedante que eres”-, este verano toca descansar, jugar y disfrutar a tope. Ya el curso que viene seguiremos trabajando para que mejore lo que le falta, y desarrollando todo lo que tiene en su cabecita.