Pruebas en embarazo de riesgo que debes realizar

La mayor preocupación de una embarazada no es cuánto engordará ni qué cuna, cochecito o trona comprar sino vivir un embarazo de riesgo. La mayor preocupación de una embarazada es que su bebé esté bien, por encima de todo.

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Los primeros meses del embarazo, cuando aún no tienes barriga y éste solo se aprecia en algún que otro síntoma puñetero, la incertidumbre de no saber si todo irá bien, el miedo a que por cualquier motivo se malogre el embarazo, no ayuda a disfrutar plenamente del nuevo estado.

Por eso es que la primera ecografía se vive con una emoción y unos nervios difíciles de describir, siendo consciente de que vas a ver por primera vez a lo que será lo más importante de tu vida, pero también de que las noticias pueden no ser todo lo felices que se desea.

Aemás de la ecografía, durante el primer trimestre del embarazo son varias las pruebas que se realizan a la futura mamá, no solo por el bien de su salud a lo largo de la gestación, sino también  por la del bebé, para valorar su bienestar, que se va formando correctamente. En definitiva, que la vida uterina del bebése desarrolla dentro de la normalidad y no se trata de un embarazo de riesgo.

Normalmente las pruebas médicas de control de embarazo protocolarias no son invasivas. Ecografías, analíticas de sangre y orina son las que en principio, si todo va bien, te irán realizando a lo largo de la gestación. Pero puede llegar el momento que por determinados síntomas, sospechas o resultados de algún análisis o control ecográfico, sea necesario realizar otras pruebas para valorar el estado del feto de una manera más precisa, valorar el estado de embarazo de riesgo. Dichas pruebas pueden ser invasivas, con las consecuencias que ello supone.

Es el caso de la amniocentesis para descartar alteraciones genéticas o cromosómicas. En esta prueba se toma muestras del líquido amniótico introduciendo un aguja que atraviesa el saco amniótico, con la ayuda del ecógrafo, para verificar que la punción se realiza en una zona alejada del bebé y de la placenta y evitar los mayores riesgos posibles. Aún así, no hay riesgo cero y la posibilidad de sufrir un aborto a consecuencia de esta prueba es uno de los motivos para valorar su realización, incluso rechazarla.

Afortunadamente la ciencia avanza también en este campo y existe la probabilidad de, en caso de sospechas de que el feto presenta algún tipo de alteración cromosómica, realizar un test prenatal no invasivo que arroje luz al respecto. Se trata de un test de cribado genético prenatal que analiza el ADN libre fetal presente en la sangre materna a partir de 10ª semana de gestación, no es invasivo, no supone riesgos para el feto, es extremadamente sensible con un alto índice de fiabilidad y puede evitar la realización de la amniocentesis en la mayoría de los casos.

Como no podía ser todo perfecto, este tipo de prueba aún no está disponible en la sanidad pública, no es una prueba asequible a todos los bolsillos e incluso te plantees renunciar a ella. Pero si valoras hacer el esfuerzo económico y asumir su coste, hay descuentos en medicina privada como el que puedes encontrar en Azkaran, que te facilitarán realizarte la prueba genética prenatal y quedarte tranquila en caso de dudas.

Muchas embarazadas eligen llevar el seguimiento de su embarazo no solo por la sanidad pública sino también por la privada para poder acceder a este tipo de pruebas, además de para poder acudir a controles con una mayor frecuencia, poder elegir profesional, incluso contar con una segunda opinión médica en caso de dudas.

En la experiencia de mis embarazos, el único en el que he llevado el control solo por la sanidad pública fue el tercero, dado que en los anteriores sí contaba con seguro médico gracias a la empresa en la que trabajaba. Así que noté mucho la diferencia de ver a mi bebé una vez al mes a verlo solo tres veces en todo el embarazo, se me hizo una eternidad esperar a las 12 semanas para la primera ecografía, pero económicamente en ese momento el ginecólogo de pago era un gasto prescindible.

Por suerte mi embarazo comenzó y discurrió con total normalidad. El hecho de que fuera el tercero, saber lo que me esperaba, me ayudó a llevar mejor y asumir que tendría que limitarme a una ecografía por trimestre, y vivir mi embarazo confiando en que todo iría bien mientras no hubiese señales de lo contrario. Pero sí, eché muchísimo de menos el seguro privado en ese momento, me resigné a aceptar la situación pero me hubiera gustado haber podido acudir a mi ginecólogo particular además de a los controles de la Seguridad Social.

Aunque no es necesario llevar el control del embarazo por ambos medios, sí es verdad que te puede desesperar hacerte la primera ecografía a las 12 semanas, no poder acudir a tu ginecólogo cuando tengas cualquier duda, o que solo te realicen una ecografía por trimestre -salvo en embarazo de riesgo-, en definitiva, te sientes más cuidada y más tranquila pudiendo visitar al ginecólogo de manera más habitual, o simplemente disfrutando de ver a tu bebé crecer en tu interior con más detalle.

Ojalá no se produzca la circunstancia de tener que recurrir a este tipo de pruebas específicas por el mal trago que suponen. En el caso de que así sea, es importante contar con toda la información necesaria, saber que en caso de sospecha de algún tipo de cromosomopatía hay altenativa segura  a la amniocentesis, que a pesar de ser un test costoso, hay maneras de que salga algo más económico, y que se trata de valorar y tomar una decisión con todos los elementos en la mano.

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